Beth Hart
Para escuchar, Pinchad AQUI.
Estimadísima Señora Doña Vida:
Me dirijo a usted para comentarle algunas cuestiones que creo pueden resultar provechosas para ambas.
Me consta que es usted quien me ha puesto aquí, en este planeta y en este momento, y que lo ha hecho por alguna extraña razón que solo usted conoce y que de momento no tengo grandes ánimos de cuestionar; y mucho me temo además que no me gustaría demasiado la respuesta.
Igualmente sé que de lo que se trata este ratito que yo me pasee por aquí es de aprender. Que bueno, que lo asumo. O.K. Sin problemas. Que si, que vale, que de acuerdo. Que no se lo voy a discutir: Se trata de aprender, de esforzarse en lo que verdaderamente lo merezca, y tratar de disfrutar del resto; que es un suspiro, la verdad, ya podía haberse estirado usted un poquito mas, dicho sea de paso.
Dicho lo cual, debo reconocer que soy desesperadamente consciente de que hay dos o tres cosillas que debería haber superado hace ya algún tiempo, y no lo he hecho. No es algo de lo que me enorgullezca, y sobradamente conoce usted las alegaciones que podría argumentar.
Pero aun así... Señora, con todo el respeto del mundo ¿Era necesario lo de ayer? ¿De verdad que no había otro modo? ¿Y porqué así, de pronto, sin avisar, sin modales, sin la más mínima educación, pasándose el protocolo por donde “no escribo” porque es una grosería? ¿Era necesario?
Y digo yo, que si llevaba una pila de años de retraso, ¿Podría usted tener la amabilidad de explicarme a qué vienen estas prisas ahora? Porque sí, aprender, lo que se dice aprender, no me quedó otra, pero... estas no son maneras. Se lo aseguro.
Lo correcto habría sido enviarme un mail, con copia al Departamento de Batacazos, Trompicones y Desastres varios; para que seguidamente yo hubiera puesto en práctica alguna de las 7.234,29 tácticas evitativas ensayadas hasta la fecha, con su correspondiente Justificación Racionalizadora perfectamente preparada.
Y sin embargo, usted prefirió hacerlo todo a las bravas, en lo que podría calificarse de Encarnizamiento Didáctico; resolverlo de una vez, por su cuenta, en una tarde, y por sus...”narices”. ¿De verdad era necesario?
Y finalmente, Señora mía, si usted pensaba aplicarme unos métodos tan expeditivos, y sin que esta pregunta suponga en modo alguno la aceptación por mi parte de los mencionados métodos para el futuro: ¿Por qué carajo no lo hizo antes? Digo yo, que ya puestos, podíamos haber resuelto esta cuestión hace años; o en cualquier caso, hace 22 días, una mañana y medio café con tostada de pan y tomate. Usted y yo sabemos a qué me refiero.
¿Y no encontró usted otro modo, que ese de lanzarme a la pista sin mas? Porque tuve que salir a escena, como usted sabe. Con la peluca, los zapatones, el vestido multicolor y la cara embadurnada.
Insisto ¿ Era necesario?
Y la nariz de payasita ... ¿Tambien era necesaria?